En junio de 2014 escribía estas palabras tras la concesión de la Peonza de Oro en la categoría de blogs de reflexión educativa a mi blog, “Desde mi azotea”:

“Parece que con la edad y los años de experiencia vas a tener menos nervios, a tenerlo todo controlado o casi, a poder responder de manera tranquila a un evento y una situación tan apasionante como es la entrega de un Premio, en este caso el Premio Espiral Edublogs.

Siempre comentamos lo mismo:” Ya considero un gran premio el estar entre los tres primeros…”, “Da igual plata, oro, bronce…”; Pero cuando llega el momento de la verdad, un cierto cosquilleo te recorre la nuca, avanzando hacia las palmas de las manos…. ¿Cuál será mi peonza? seguramente la de bronce, uff!!! … Son tan buenos los otros compañeros finalistas… quizás la de plata… incertidumbre…  Son unos minutos que se multiplican, se eternizan! por fin se sabe!: “Desde mi azotea” gana la peonza de oro. En ese momento crees que vas a relajarte, a poder decir! Soy ganador! , pero miras a tu alrededor y encuentras un auditorio que te mira, que te aplaude, y que te hace temblar literalmente.”

Hoy, principios de febrero de 2017, me llega una  carta de los compañeros de Edublogs, en esta carta me pide Gemma Grau que cuente mi experiencia de ese día, ¡cuántos recuerdos! y se me viene a la cabeza, de inmediato, la entrada que os he puesto anteriormente; ¿por qué?,  porque sigue vivo en mí ese espíritu de la peonza que hizo que me presentara al Premio, porque pensaba  que otros compañeros y compañeras podrían seguir  mis pasos y escribir en sus blogs para  difundir sus ideas educativas.  

Han pasado tres años y tengo un recuerdo nítido de ese día, quizás porque en mi despacho de la dirección del cole tenga en un lugar de honor el Diploma de ese reconocimiento y, en mi casa,  la peonza que  no ha dejado  de girar encima de la mesa del salón.

Un enorme abrazo para todos y todas, ¡sois geniales!

Miguel Rosa